Como indicamos en el apartado sobre historia de la interpretación, la interpretación consecutiva nació de manera oficial durante la I Guerra Mundial, aunque es obvio que, con anterioridad, esta técnica ya existía y era utilizada de manera corriente por comerciantes, políticos, embajadores, etc. De hecho, es anterior a la simultánea, puesto que resulta más natural esperar a que quien ora haya terminado de hablar para comenzar la reformulación del discurso.
En efecto, la interpretación consecutiva es aquella que se realiza tras la intervención total o parcial de quien ora; es decir, quien interpreta tendrá que escuchar el discurso, o bien un fragmento del mismo y, una vez la persona que ora haya finalizado este parlamento, interpretarlo a la lengua meta.
La interpretación consecutiva es, por tanto, una técnica que requiere un gran esfuerzo de memoria y una gran capacidad de ilación del discurso. Como apoyo para su memoria a largo plazo, quien interpreta deberá tomar notas que funcionen como detonantes de la memoria. La toma de notas se constituye así como la principal estrategia de la interpretación consecutiva, que es imprescindible dominar. Para ello, la persona que interpreta no solo necesitará un bloc de notas y un bolígrafo, sino un profundo conocimiento de las abreviaturas, los símbolos y otros recursos que permiten tomar las notas de manera rápida y eficaz, así como una gran capacidad de analizar la estructura, la cohesión y la articulación del discurso, tanto para poder tomar notas del discurso original, retenerlo y comprenderlo, como para producir su discurso en lengua meta a posteriori. Podéis encontrar información y ejercicios sobre la toma de notas en la sección que le corresponde dentro del menú Ejercicios pre-interpretación. Además, en esa misma sección hay ejercicios para practicar la capacidad de analizar y estructurar los discursos, además de muchos otros que son igualmente relevantes para quien interpreta.
La interpretación consecutiva se lleva a cabo de cara al público receptor del discurso, por lo que la presencia física de la persona que está interpretando debe ser adecuada al contexto del evento: tiene que pasar desapercibido, elegir un atuendo correcto para cada ocasión, evitar los gestos teatrales, modular su voz y permanecer en un segundo plano. De este modo evitará que la atención recaiga sobre su persona, situación no deseada, puesto que el protagonismo debe recaer siempre en la persona que ora.
Esta técnica se utiliza principalmente en conferencias, ante los tribunales y en ruedas de prensa, así como en lugares que no cuentan con el equipo necesario para la interpretación simultánea.